Mírales,
profesor, ¿qué ves? ¿Eres capaz de ver la sensibilidad que tiene esa niña que
se sienta en primera fila y que es la primera que va a ayudar a un compañero
cuando ve que sufre o solo ves que se levanta de su sitio interrumpiéndote la
explicación magistral? ¿Percibes la creatividad de ese niño que hace un uso
espectacular de los colores o te enfadas con él y le rompes la ficha porque el
rectángulo tenía que estar coloreado de verde y no de naranja? ¿Te has dado
cuenta de que tienes otro alumno que tiene una pasión absoluta por aprender o
te has quedado en la etiqueta de sus necesidades educativas y le están
presionando para que escriba como se supone que tiene que escribir un niño en
2º de primaria (según lo dicen los ideólogos y burócratas que han dado forma a
este engendro que es el sistema educativo español) aunque eso suponga que acabe
aborreciendo lo que, hace no mucho, despertaba su curiosidad y sus ganas de
saber? ¿Les escuchas cantar? Porque todos cantan, sus canciones favoritas, de
películas, de dibujos, pero son canciones, rimas, juegos sonoros, di, ¿les
escuchas? ¿o tienes la necesidad de que se aprendan una poesía con palabras
como “reverdecer” “arrullado” “ conmemoración” para que repitan como loros unas
rimas que pierden toda su razón de ser porque en vez de llegarles al corazón
(que es el camino que debe tomar la poesía) les da dolor de cabeza?
¿Y para qué?
¿Cuál es el objetivo? Porque eso es lo que aludes cuando se te confronta con la
realidad de lo que es la enseñanza, ¿no? Que son objetivos lo que nos mueve.
Esos malditos y mal definidos objetivos que están planteados, como ya he dicho,
por gente que no tiene ni idea de educación pero que tú, supuesto docente,
supuesto guardián de la llama de tus alumnos, supuesto guía, verdadera
influencia para unos niños que, y esa es una de las grandezas de ser maestro y,
por supuesto, una de nuestras mayores responsabilidades, te convierten en un
modelo, en una figura de referencia, aunque…francamente, querido colega, dejes
mucho que desear, tú, repito querido “maestro” tomas esos objetivos como si
fueran la Biblia.
Y ¿sabes qué
pasa? Que te hacen tener una visión de túnel. No ves todos los matices ni todos
los colores de tus alumnos. Tienes ante ti el ramo de flores más variado y más
hermoso que te puedas encontrar, pero no eres capaz de verlo, de apreciarlo,
porque solo ves los objetivos.
Yo me pregunto
si esa visión de túnel es algo que se alcanza con el tiempo o si de alguna
manera hay una cierta predisposición a tenerla. Me explico. Hay muchas
profesiones, muchos trabajos que se pueden hacer, muchas cosas a las que
dedicarse. Todas deben tener una parte vocacional, creo yo, porque hacer algo
que odias pasa factura necesariamente; pero hay algunas de ellas en las que la
vocación no es solo un aspecto más, sino que es el aspecto más destacado,
porque determina, más que otra cosa la buena o la mala práctica. Y la nuestra,
amigo, es una de esas profesiones.
Desgraciadamente,
la profesión de maestro ha estado siempre un poco infravalorada, parecía que
era una salida fácil para aquellos que no habían podido optar a hacer un
trabajo más de su agrado. Y hay pocas profesiones en las que esa forma de
acceder pueda ser más destructiva. Todos aquellos que ejercen la docencia sin
verdadera vocación y sin verdadero amor al alumno generan tanto dolor a su
alrededor, tanto sufrimiento, puede tener tantas consecuencias… No somos
conscientes de lo que supone ser maestro: tenemos en nuestras manos un
recipiente muy frágil, lleno de cosas preciosas, pero nos empeñamos en meterlo
en el lavavajillas.
¿Quieres que
me atreva a decirte cuál es tu problema? Te lo digo. No tienes clara cuál es la
grandeza del maestro. No es ser transmisor de
conocimientos o de información (en eso, siento decirte, querido colega, que
Google tiene más datos que tú), no, tu grandeza está en tener la capacidad de
conseguir que tus alumnos, todos, cada uno de ellos, desarrolle lo mejor de sí
mismo. ¿Te suena la frase? Igual la pusiste en la programación didáctica que
presentaste en la oposición para estar donde estás. Quedó bonita ¿verdad? Y
convincente. Lástima que en el fondo buscaras una salida laboral que
considerabas “fácil”, lástima que ahora no tengas interés por seguir trabajando
por y para aquellos a los que te debes, tus alumnos. Es mucho más fácil y más
cómodo seguir las guías didácticas de las editoriales. Están preparadas para
que sólo haya que ir pasando páginas y siguiendo las indicaciones. Así se
perpetúa la perversión del sistema, tú sigues órdenes y les enseñas a ellos a
seguir órdenes, las tuyas, aunque eso suponga destruir cosas muy valiosas. ¡Es
el mercado, amigos! Ya lo dijo uno de los que dirigen y dan las instrucciones
que componen el túnel.